Jessica es ecuatoriana, pero desde hace más de 18 años ha hecho de la ciudad de Chicago, en Illinois, Estados Unidos, su casa. Desde marzo de 2020, cuando se implementaron las medidas de cuarentena y distanciamiento social por COVID-19, ella y su esposo perdieron su trabajo. Ella trabajaba como niñera. La combinación de falta de un sueldo estable y carencia de papeles migratorios ocasionó que los pilares que habían construido para criar a una familia de dos adolescentes se empezaran a desvanecer.