¿Cómo están las mujeres venezolanas sobreviviendo a la crisis?

Desde el año 2016 más de un millón de venezolanos han llegado a Colombia. El 44% son mujeres, que fieles a su espíritu emprendedor se han embarcado en un camino desconocido.

Martha, una de tantas mujeres que dejó su país en 2016, llegó a la ciudad de Cali buscando una mejor vida para su ella y su familia. Tiene 43 años, está casada y tiene dos hijos de 12 y 10 años. “Lo único que nos acompañó fue la ropa, miles de expectativas y nuevas ilusiones. Toda nuestra vida se quedó atrás…”.

Duramos seis meses planeando nuestra salida del país. ¿A dónde iríamos?, ¿qué documentos necesitábamos?, ¿qué íbamos a hacer con nuestras cosas?. El Consulado de Colombia en Venezuela conocía nuestro caso, se comunicaron con nosotros el 21 de diciembre de 2016 y nos dijeron que debíamos salir de inmediato porque iban a cerrar la frontera. La noticia nos cayó como un balde de agua fría porque aunque veníamos preparando nuestra salida, no sabíamos que iba a ser así.

Entré en shock. Hasta ese día entendí lo que pasaba. Es muy diferente querer salir a tener que salir. Fue traumático. Era navidad y esperábamos pasar esa fecha con la familia. De ese día nunca olvidaré la cara de mi madre. Su desilusión, tristeza, ambas sentíamos que nos estaban arrancando el alma.

Según la OMS, la migración puede generar fuertes trastornos psicosociales, problemas de salud mental, uso indebido de drogas, alcoholismo y mayor exposición a la violencia. La comunidad internacional ha aumentado la ayuda humanitaria de emergencia para tratar de aliviar los graves efectos de esta crisis. Sin embargo, la atención psicosocial no está siendo atendida por ninguna agencia de manera sistemática, poniendo a prueba la capacidad de resiliencia de esta población.

En la crisis que vive Venezuela las mujeres hemos luchado porque prevalezcan los derechos de nuestros hijos antes que los nuestros. Luchamos por preservar la vida de nuestras familias porque la situación actual es de vida o muerte. Las mujeres somos guerreras, tomamos decisiones, dijimos vámonos y ya veremos qué nos prepara el mundo.

La migración puede afectar mucho la salud mental de las personas. Tuvimos cambios de comportamiento bruscos debido a la xenofobia, por vernos obligados a dejar todas nuestras cosas, a los niños dejar a sus amigos de la escuela, su abuela, saber que en adelante tienen a papá y mamá pero que deben dejar atrás todo lo que conocieron hasta ahora. Para entenderlo hay que vivirlo, y esto no se lo deseo a nadie.

“Si la situación cambiara no lo pensaría y regresaría”

América Latina nunca había experimentado un éxodo de esta dimensión. Venezuela ha perdido a más de tres millones de sus ciudadanos. Muchos de los migrantes que llegan a Colombia tienen vocación de permanencia, pero hay otros que anhelan regresar.

Tomamos la decisión de salir por la crisis socioeconómica y política de Venezuela. Ambos tenemos enfermedades crónicas. Mi esposo sufre del corazón y yo tengo diabetes. No teníamos acceso a medicinas, no conseguía la insulina, tampoco había alimentos. Tuvimos que decidir salir para sobrevivir. Sin embargo, extraño todo. Mi casa, las navidades, preparar los cumpleaños de mis niños, extraño mucho a mis alumnos, la escuela, a mí mamá. Todo lo que pensé algún día que no tenía importancia, ahora sí la tiene. Por eso, si la situación cambiara no lo pensaría dos veces y regresaría.

De vivir en Cali lo más difícil ha sido no tener una vivienda propia, empezar de nuevo en este país, tener a mi familia en otro lado, tener a mi esposo sin trabajo. El salario que recibo no es suficiente para la subsistencia de mi familia. A veces no alcanzamos a cubrir lo básico, así que tenemos que dedicarnos a sobrevivir. Estamos empezando de cero, y eso cuesta mucho trabajo.

¿Qué estamos haciendo?

Todas las personas migrantes deberían tener acceso a un entorno acogedor que les permita encontrar un estado de bienestar, recuperar y fortalecer sus habilidades, volver a ser productivos y contribuir con la comunidad. Dos años después de haber dejado Barquisimeto, su lugar de origen, Martha encontró apoyo.

Gracias al proyecto MAS Colombia, apoyado el Departamento de Estado de los Estados Unidos, Oficina de Población, Refugiados y Migración, estamos brindando servicios de salud mental y atención psicosocial en el COAMIR (Centro de orientación y apoyo a migrantes y refugiados) de la Pastoral Migrante en Cali, a través de atención individual, familiar y grupal.

Las sesiones psicosociales me han ayudado mucho a preservar mi salud mental y emocional, es un espacio donde me he podido desahogar, recibo atención, sé que puedo contar con alguien que me oye y no me está juzgando. Ojalá nadie tenga que pasar por este sufrimiento, deseo que la situación en Venezuela se termina y nadie más vuelva a vivir esto que estamos viviendo.

¡Mi mayor anhelo es regresar a mi casa con mi familia!

 

 

El trabajo de Heartland Alliance International en Colombia es posible gracias al apoyo del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Oficina de Población, Refugiados y Migración.